Santiago (AFP) – Chile se ha ganado el título de capital mundial de la astronomía por la cantidad de telescopios instalados en su famoso desierto de Atacama, el más árido del planeta, pero todavía no ha cerrado la brecha de la equidad en este sector que la cultura popular ve como «un mundo de hombres».
Este es el tabú que se han propuesto derribar ocho científicas -referentes femeninos en astronomía, ingeniería, informática y física- con la campaña PROVOCA, destinada a romper estereotipos y recordar a las estudiantes que pueden llegar tan lejos como se propongan.
«Estamos muy rezagados no solo a nivel mundial sino a nivel latinoamericano» en la presencia de la mujer en carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), dice a la AFP Paulina Bocaz, directora de esta campaña que promueve AUI/NRAO, el socio estadounidense de ALMA, un consorcio de observatorios de Europa, Estados Unidos y Japón, propietario del mayor radiotelescopio del mundo en Atacama.
A pesar de que la matrícula de mujeres en la educación superior ha aumentado considerablemente en la última década -el 54,5% de los matriculados en carreras técnicas de nivel superior en 2018 eran mujeres, según el ministerio de Educación-, Chile era en 2015 el país latinoamericano con menor proporción de mujeres graduadas de educación universitaria en carreras STEM, con un 18%, según un estudio de Unesco.
Aunque esta brecha no es exclusiva de Chile, se hace lacerante en la capital mundial de la astronomía. Los chilenos tienen derecho al 10% del tiempo de observación en los telescopios instalados en el norte del país, que representan el 45% de la capacidad instalada de observación del mundo. Cuando concluya la construcción de los telescopios Magallanes Gigante y el Extremadamente Grande (ELT por sus siglas en inglés) dicha capacidad llegará al 75%.
Esta proliferación de oportunidades ha supuesto un boom de vocaciones en el campo de la astrofísica en los últimos años en el país, recuerda Bocaz, quien considera que es necesario «aprovechar» esta puerta de entrada para «encantar e inspirar» a más mujeres, incluido en ALMA, donde solo el 15% de los 280 trabajadores son mujeres.
– Falta de modelos –
Para María Teresa Ruiz, la pionera de la astronomía chilena, la «falta de validación social» de las carreras científicas y «la falta de modelos a seguir» son las principales barreras para la mujer en este campo, junto a la maternidad.
«A una niña hay que mostrarle mujeres que hacen ciencia pero que han tenido una vida entretenida», que «pueden ser científicas pero además son madres, tienen familia amigos y una vida social», dice Ruiz, de 72 años, a la AFP en el salón de su casa, flanqueada por innumerables obras artísticas suyas.
«Hoy en día, no hay ninguna justificación para que una mujer que quiera ser astrónoma (no lo sea) y lo haga estupendo», dice la descubridora de una supernova en el momento de explotar, así como de dos nebulosas planetarias, que fue la primera mujer en obtener un doctorado en astrofísica en la prestigiosa Universidad de Princeton (EEUU) y ha sido premio de L’Oreal/Unesco a Mujeres en Ciencia.
De ahí que Bocaz justifique una campaña destinada a fomentar el «cambio cultural» en plena ola feminista del #MeToo. En 9 vídeos (#PROVOCAConciencia) ocho científicas hablan con alumnas para echar abajo los estereotipos que apunta Ruiz y dejar claro que «hombres y mujeres somos diferentes y gracias a nuestras diferencias enriquecemos este mundo».
Una de ellas es la astrónoma italiana Violette Impellizzeri, de ALMA, una de las artífices de la primera imagen de un agujero negro, o la mexicana Laura Gómez.
Y es que si «tú no lo ves en una persona de carne y hueso es muy difícil que puedas pensar que es posible y que puedas aspirar a eso», dice Bocaz.
– Doble esfuerzo –
Además del género, el origen social, los ingresos o la etnia, así como los «sesgos implícitos» (prejuicios a la hora de la selección en entrevistas de empleo) son obstáculos a las aspiraciones de una estudiante o de una candidata a un trabajo.
Soledad Fuica, de 40 años, lo sabe bien. Procedente del sur de Chile y de origen humilde, tuvo que luchar contra los prejuicios del entorno familiar y de algunos profesores que le decían que «le estaba haciendo perder el cupo a un hombre que iba a mantener a su familia».
«Te tienden a minimizar y todo te cuesta el doble», dice esta ingeniera electrónica que durante más de ocho años fue la única mujer del equipo informático de ALMA.
Daniela Barrientos, de 25 años, estudiante de magíster en astronomía de la Universidad de Chile no ha vivido esos obstáculos pero siente que «por ser mujer tienes que estar pendiente de más cosas», como no ser marginada por tus pares y tus profesores.
Teresa Paneque, de 21 años, estudiante también de magíster, cree que la presencia de más mujeres y minorías en la astronomía pasa por «políticas públicas», aunque se atreve a vaticinar que en 10 años las cosas serán diferentes: «Somos tan buenas que no nos pueden decir que no y nos necesitan, porque se necesita mirar un problema con diversas miradas», concluye.