Managua (AFP) – «¡Maldita perra vende patria!, ¿quién te financia?, ¿quiénes son los que quieren derrocar al gobierno?», le preguntaron una y otra vez, en medio de agresiones físicas, los hombres que secuestraron a la líder estudiantil Zayda Hernández durante dos días en Nicaragua, reveló este lunes la afectada.
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Hernández, de 25 años, y una de las fundadoras del Movimiento Estudiantil 19 de Abril, que encabezó las protestas que estallaron en abril del 2018 contra el gobierno de Daniel Ortega, desapareció el viernes en Managua y reapareció el domingo con señales de agresión.
El gobierno negó en reiteradas ocasiones que hubiera detenido a la joven y, pocas horas después de su aparición, emitió un comunicado en el que calificó como una «campaña difamatoria» que se le señalara por la desaparición.
«Me disponía a ir a una protesta por el asesinato (del preso) Eddy Montes, pero cuando iba caminando por la Catedral de Managua fui agredida verbalmente por simpatizantes del Frente Sandinista que me seguían en una camioneta gris» y por unos policías que estaban en el lugar, detalló la joven a la AFP tras una rueda de prensa en la que relató su experiencia a medios locales.
«Me amenazaron con que si no desaparecía de (allí) ellos mismos se iban a encargar de montarme en una patrulla y llevarme», señaló.
Ante el riesgo de ser detenida, la líder estudiantil abandonó el lugar en un vehículo, pero minutos después fue interceptada por cuatro hombres a bordo de una camioneta blanca que la trasladaron encapuchada a una casa de locación desconocida.
«Fui agredida física y psicológicamente por sujetos que no puedo revelar ni cuántos eran ni cómo eran. Nunca logré verlos, siempre estuve encapuchada», contó Hernández.
«Al trapo con el que me tenían tapada la cara le echaron alcohol para que yo no pudiese abrir los ojos», agregó.
– «Me libró de morir» –
En los interrogatorios, los hombres le preguntaban quién financiaba las protestas contra el gobierno.
Cuando ella se negó a responder, la patearon, acosaron, manosearon y amenazaron con violarla, relató.
«Me daban patadas, me gritaban en el oído obscenidades», agregó aún afectada por el calvario que vivió durante su secuestro, durante el cual solo le dieron de beber agua.
Hernández afirma que sus secuestradores «tenían algún grado de coordinación».
«Puedo especular que si no eran oficiales de policía, eran algún grupo bien entrenado para este tipo de interrogatorios», afirmó.
Su desaparición ocurrió un día después de que el opositor nicaragüense-estadounidense Eddy Montes falleciera de un tiro durante un disturbio en la cárcel, donde estaba detenido por apoyar las manifestaciones antigubernamentales.
La represión a las protestas iniciadas en abril del año pasado hundió a Nicaragua en una grave crisis política y económica que dejó al menos 325 muertos, cientos de detenidos y 62.000 exiliados.
«La muerte de Montes fue un factor que a mí me libró de morir también, porque ellos decían que no podían cargar con dos muertos en un fin de semana», afirmó Hernández.
La joven fue liberada en medio de una ola de presión local e internacional, en la que intervino incluso el secretario general de la OEA, Luis Almagro.
Los secuestradores la dejaron la noche del domingo, aún con las manos amarradas con una brida plástica, en la Catedral de Managua. En las primeras imágenes que fueron difundidas de la joven se la veía con el rostro demacrado y los ojos llorosos.