La Habana (AFP) – La coyuntura agita los fantasmas en la región: Rusia hace avanzar sus peones en el tablero de Cuba y recuerda la gran época del bloque soviético, pero sin intenciones de subvencionar a la isla, advierten expertos.
El miércoles, el expresidente Raúl Castro, primer secretario del Partido Comunista de Cuba, recibió el premio Lenin, la más alta condecoración que otorga el Partido Comunista de la Federación Rusa.
Al recibir el premio, el expresidente destacó «las históricas relaciones» entre los dos países, «que hoy se refuerzan y renuevan».
Este acercamiento no es nuevo, pero se consolida al ritmo de las sanciones que Washington aplica contra la isla, acusada de apoyar militarmente al gobierno venezolano de Nicolás Maduro, otro aliado de Moscú.
«Esta política aísla a Estados Unidos de Cuba y estamos abriendo las puertas a una mayor presencia de China y Rusia en la isla», considera Ric Herrero, director del Grupo de Estudios sobre Cuba, que reúne a cubano-americanos que abogan por la apertura económica y política.
El «retorno» de los rusos es un símbolo fuerte en un país que vivió tres décadas bajo el ala del gran hermano soviético.
A las calles de La Habana, han llegado modernos autos Lada, ahora como taxis, que contrastan con sus antepasados de los años 80 y 90. También una flota de microbuses Gaz -taxis colectivos- alivia el difícil transporte público de la capital.
– «Triángulo amoroso» –
Pero nadie ha olvidado la época de la URSS: «en Cuba siempre hemos tenido buenos recuerdos de Rusia», porque «ellos nos apoyaron en todo», cuenta Luis Corredera, de 82 años, mientras juega al dominó con unos amigos en la acera.
«Son amigos de nosotros por toda la vida», añade Julio García, 59 años, aunque subraya que ya los rusos cambiaron. «Ahora los rusos somos nosotros, porque los rusos ya no son rusos, no son soviéticos, son capitalistas igual que todo el mundo», explica.
Detrás de la mesa de dominó -el pasatiempo nacional en Cuba- aparca un Lada, mientras que un viejo coche estadounidense ruge al pasar, una imagen que parece reflejar la situación geopolítica actual.
«Es casi un triángulo amoroso entre Estados Unidos, Cuba y Rusia, una vieja relación, hay mucha emoción aquí», remarca el economista Scott B. MacDonald, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Washington.
El experto evoca una «nueva Guerra Fría en el Caribe».
«Al final de la Unión Soviética, unos 4.000 millones de dólares anuales (de Moscú, ndlr) eran destinados a apuntalar la economía cubana», de ahí el colapso cuando la URSS cayó en 1990, agrega.
Hoy tercer socio comercial de la isla, detrás de la Unión Europea y China, «a Rusia le gusta la idea de calentar esta relación. Pero, ¿Desea Rusia gastar 4.000 millones de dólares anuales para mantener viva a Cuba económicamente?»
Curiosamente, los embajadores europeos en La Habana invitaron recientemente a su homólogo ruso a su reunión mensual. Este les habló sobre la colaboración entre La Habana y Moscú, y la voluntad de aumentarla, según algunos participantes.
Con un intercambio comercial de 350 millones de dólares en 2018, las inversiones rusas permitirán aumentar en 20% la producción de energía en la isla y renovar los 14 aviones de la aerolínea Cubana de Aviación, aseguró el embajador.
– «Camaradas» –
Un préstamo de 38 millones de euros (42,36 millones de dólares) para modernizar la industria militar cubana, mil millones de dólares para renovar las líneas del ferrocarril, acuerdos en materia de energía nuclear civil y ciberseguridad: «hay un aumento de la actividad, no hay duda», dice Herrero.
«Es parte de un esfuerzo mayor de Rusia para desestabilizar a Estados Unidos, más que por crear un satélite soviético a 90 millas de las costas (estadounidenses), como sucedió bajo la Guerra Fría», agrega.
En Moscú, Nikolai Kalashnikov, asesor del Instituto de Latinoamérica de la Academia de Ciencias de Rusia, va en la misma dirección.
«Estamos categóricamente contra la política norteamericana relacionada con Cuba. De la misma manera que los cubanos están contra las sanciones norteamericanas contra Rusia», destaca Kalashnikov, precisando que para los rusos, los cubanos son «camaradas».
Pero «hoy, las relaciones se construyen sobre una base pragmática, sin la dimensión ideológica que tenían en la época soviética», añade.
Amenazada con perder el apoyo petrolero de Caracas, la isla está sobre todo a la caza de dinero fresco.
«El petróleo hace falta, claro», explica Santiago Pérez, subdirector del Centro de Investigaciones de Política Internacional de La Habana. Además, «Cuba necesita exportar y Rusia es un mercado de unos 143 millones» de habitantes.
Según Pérez, es un matrimonio de «interés mutuo», porque «para Rusia, Cuba es un actor importante en términos de poderío moral» para hacer contrapeso a Washington: «nos es vital la relación con Rusia en estos momentos y creo que a ellos también».