Pacaraima (Brasil) (AFP) – El sargento Carlos Eduardo Zapata transformó la orden de impedir el ingreso de la ayuda humanitaria a Venezuela desde Brasil en una oportunidad para desertar, hastiado de una vida en la que falta de todo, dentro y fuera del cuartel.
«En los comandos (cuarteles) militares, no hay comida. No tienen colchones, nosotros los sargentos de la Guardia Nacional estamos durmiendo en el suelo», dijo el ahora exsoldado de las fuerzas del gobierno de Nicolás Maduro.
«Estamos cubriendo nuestras necesidades con nuestros sueldos, comprando uniformes y las botas. No tenemos para comprarle un kilo de leche a nuestros hijos, los hijos están flacos», agregó.
Zapata abandonó el domingo el destacamento fronterizo en el que estaba destacado, se deshizo de su uniforme y, tras caminar varias horas por senderos de la sabana venezolana bajo un sol inclemente, ingresó a Pacaraima, en suelo brasileño, para pedir refugio.
No fue una decisión fácil ni repentina. La venía meditando hacía tiempo, desde que empezó el dramático declive de la vida en Venezuela.
«Tienen que entender que nosotros tenemos temor y miedo por nuestros familiares por lo que pudiera pasar», afirmó a periodistas.
La muerte hace cinco días de un sobrino suyo «en el hospital, porque no había medicamentos» fue la gota que colmó el vaso. Y entonces decidió salir.
Según él, la demoledora combinación de hiperinflación y escasez ha hecho mella también en los estamentos más bajos de las fuerzas armadas.
Zapata es el tercer sargento de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) que se adentró en Brasil en menos de 24 horas, en un acto de reconocimiento al líder opositor Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela.
Los otros dos, Jean Carlos César Parra y Jorge Luis González, lo hicieron el sábado por la noche. Aprovecharon los disturbios entre sus tropas y los manifestantes llegados para apoyar el operativo de ingreso a Venezuela de dos camiones con ayuda humanitaria que terminó fracasando.
«Hay muchos compañeros que quieren venir. A Maduro le sostiene el alto mando militar, porque son corruptos», afirmó Zapata.
«Pero no es fácil. De repente, un civil se viene para Brasil y listo, no pasa nada, pide refugio y ya está. Nosotros los militares, si regresamos, nos meten presos», agregó.