Río de Janeiro (AFP) – La izquierda gobernó Brasil durante 13 años y libró una batalla digna en la segunda vuelta de las elecciones contra Jair Bolsonaro, pero el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula se muestra incapaz de encarnar la oposición al presidente ultraderechista.
Bolsonaro parece tener el camino allanado para avanzar con su agenda de reformas radicales con el apoyo de un arco de partidos que abarca de la ultraderecha a la centroizquierda.
El PT, con el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva en la cárcel y muchos dirigentes confrontados a denuncias de corrupción, no consigue dar vuelta la página y dotarse de nuevos líderes; y está atrapado en sus dilemas sobre la crisis en Venezuela y sin propuestas frente a la ola ultraconservadora.
La izquierda está «desorganizada», Brasil «carece de los beneficios de una oposición», y eso «es una suerte para Bolsonaro, cuyo inicio de mandato es confuso», escribía recientemente el diario Folha de S. Paulo.
El primer mes y medio de Bolsonaro en el poder ha estado marcado por el despido de un ministro acusado de mentir por Carlos Bolsonaro, uno de los hijos del presidente; por sospechas de irregularidades financieras en torno al primogénito del mandatario, el senador Flávio, así como por aparentes disensiones con su vicepresidente y diversas meteduras de pata de sus ministros.
Pero el PT no parece capaz de aprovechar esa situación. «La oposición atraviesa una mala racha», dice Sylvio Costa, fundador de Congresso em Foco, un medio digital especializado en el Parlamento. «La izquierda está muy debilitada hoy en día».
– Un problema de liderazgo –
El PT sigue siendo el partido más representado en la Cámara de Diputados (56 escaños, de un total de 513) y Fernando Haddad, su candidato en las presidenciales de octubre, obtuvo el 45% de los votos en la segunda vuelta.
Pero «ya no es el partido hegemónico de la izquierda», opina Lucio Renno, profesor asociado del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Brasilia. «Ha perdido gran parte de su capacidad para liderar la oposición a Bolsonaro».
El partido está lastrado por los problemas. La corrupción le ha infligido un duro golpe, sobre todo con la nueva condena a casi 13 años de cárcel impuesta a Lula, de 73 años y encarcelado desde abril. Y tres de sus seis senadores son objeto de investigaciones.
La formación izquierdista también sufre un problema de liderazgo. «No hay espacio para que surja otro líder», afirma Sylvio Costa.
«¿Dónde está Haddad?, se pregunta Lucio Renno. «Se ha esfumado», dice a propósito del candidato del PT, que regresó a su puesto de profesor en la Universidad de Sao Paulo tras su derrota en las presidenciales.
Los conflictos internos impiden avanzar al partido dirigido por Gleisi Hoffmann, que provocó una polémica al acudir en enero a la investidura del cuestionado presidente venezolano Nicolás Maduro.
El PT carece además de una agenda política clara tras la llegada de Bolsonaro, y desde el inicio de la legislatura se ha dedicado sobre todo a entorpecer los debates en el Congreso para alargarlos todo lo posible.
En esas condiciones, sus exaliados han roto la alianza con él para formar un bloque parlamentario independiente alrededor del centroizquierdista Partido Democrático Trabalhista (PDT) de Ciro Gomes -un exministro de Lula- y del Partido Comunista de Brasil (PCdoB).
La nueva alianza, a la que se sumaron media docena de otros partidos, incluidas formaciones derechistas, se reivindica como la segunda fuerza en la Cámara con 105 diputados, por detrás de los 305 del Partido Social Liberal (PSL) de Bolsonaro y sus aliados.
Este nuevo bloque «se presenta como una fuerza nueva, más moderada, que votará a veces con el gobierno» ultraderechista, explica Sylvio Costa
El PT formó una bancada de 97 miembros, junto al Partido Socialismo y Libertad, al Partido Socialista Brasileño (PSB) y los ecologistas de Rede.
– Plagado de incertidumbres –
«Habrá una competición entre los partidos de izquierda para saber quién liderará la oposición», predice Lucio Renno. Pero «el combate de la oposición» contra Bolsonaro «carecerá de coherencia. Dependerá de las cuestiones» que se sometan al Congreso, dice.
Los proyectos económicos del gobierno, como la importante reforma de las jubilaciones, podrán por tanto obtener el apoyo de partidos opositores, que se opondrán luego a iniciativas relacionadas con asuntos de sociedad más polémicos (educación, aborto, minorías sexuales, indígenas).
De todas formas «se puede anticipar un mandato de Bolsonaro lleno de incertidumbre y de inestabilidad», afirma el politólogo.