Río de Janeiro (AFP) – Una semana después del colapso de un depósito de residuos de la minera Vale en Brumadinho, en el sudeste de Brasil, la dimensión humana del desastre está clara: el último balance es de 110 muertos y 238 desaparecidos. Pero ¿cuáles serán los impactos en el medioambiente?
Las autoridades temen que el lodazal mezclado con metales llegue en algún momento al río San Francisco, el segundo mayor de Brasil, de vital importancia para todo el nordeste y hogar de diversas especies de peces.
El lodo ya se arrastró a lo largo de 200 km por río Paraopeba -afluente del San Francisco- en el que la Agencia Nacional del Agua (ANA) detectó una presencia elevada de metales, en niveles peligrosos para la salud.
Los habitantes que viven del río relatan haber visto peces muertos, flotando en la superficie.
«La mayoría de nosotros somos gente de campo, ribereños, usamos el Paraopeba para alimentarnos. De él sacamos los peces, el agua para regar la huerta, y ya no podemos hacerlo», dijo Leda de Oliveira a la AFP después de la tragedia.
– ‘Muchas incógnitas» –
Los últimos tests de la ANA muestran niveles preocupantes de hierro, magnesio y aluminio.
Los niveles de plomo y mercurio, que se habían disparado inicialmente, volvieron a niveles normales, según la ANA, que midió apenas la calidad del agua, y no cómo los metales están siendo absorbidos por los sedimentos, los peces y el ecosistema en general.
Los efectos a largo plazo podrían tardar años en hacerse evidentes.
«Ahora mismo hay muchas incógnitas: ¿cuán tóxicos son los residuos? ¿cuál es la movilidad de las toxinas? ¿Los desechos se desplazarán nuevamente? «Sólo cuando conozcamos esas respuestas sabremos hasta qué punto tendrán un impacto negativo», afirmó a la AFP el experto en deslizamientos David Petley, profesor de la Universidad británica de Sheffield.
Para contener la contaminación se necesitan acciones inmediatas, que son «muy caras, si tomadas adecuadamente».
«Hay muchos desechos en el río. Existe el riesgo de que eso se mueva río abajo con inundaciones o que se muevan las toxinas que eso libera», sostiene.
La rotura del dique de Brumadinho dejó una cifra de víctimas fatales muy superior a la de un catástrofe similar ocurrida hace tres años en Mariana (19 muertos), en la misma región, considerada como el peor desastre ambiental en la historia de Brasil, con efectos que duran hasta hoy.
El dique de Mariana era propiedad de Samarco, una joint-venture de Vale y la anglo-australiana BHP.
Los desechos avanzaron 650 kilómetros por el Rio Doce, hasta alcanzar el Océano Atlántico. Ecosistemas enteros fueron devastados.
La tragedia de Mariana lanzó al agua 60 millones de toneladas de residuos, cuatro veces más que los casi 13 millones expelidos por el dique en Brumadinho.
En ambos casos, eran diques que pueden alzarse de forma escalonada a medida que acumulan los elementos descartados en el proceso de extracción de mineral de hierro.
Ese tipo de represa es la forma más barata de almacenar residuos de minería. Y también la más arriesgada.
Petley espera que las medidas para frenar la contaminación hayan mejorado desde la última tragedia, pero considera los dos episodios como «fallas escandalosas».
– ‘Imprudencia’ –
Vale empezó a desmantelar los diques de ese tipo tras el desastre de noviembre de 2015 y ahora aceleró el proceso para clausurar los diez que faltan.
Para los habitantes de Brumadinho, el plan de desmantelamiento llegó demasiado tarde.
La mayoría de los muertos y desaparecidos trabajaban en la mina; muchos de los empleados estaban almorzando en la cantina del trabajo cuando el dique reventó.
En Brumadinho, donde varios vecinos acusan a Vale de priorizar el lucro frente a las vidas humanas, algunas paredes fueron pintadas con el mensaje «Vale, asesina». Manifestantes también arrojaron barro en la sede de la empresa en Rio de Janeiro.
«Estamos sacudidos. Esto no tendría que haber sucedido. Hubo mucha imprudencia. Hoy todo Brumadinho está de luto», lamenta Gustavo França, un agente inmobiliario de 25 años que perdió muchos amigos.
Las autoridades bloquearon más de 3.000 millones de dólares en activos de Vale para asegurar el pago de perjuicios por el desastre en Brumadinho, que seguramente provocará una avalancha de juicios.
El desastre también le hizo perder alrededor de 20% de su valor de mercado en una semana.
Pero el primer productor de mineral de hierro del mundo probablemente sobreviva: en 2017 embolsó 5.500 millones de dólares de ganancias netas, de un ingreso de 34.000 millones.