Bruselas (AFP) – La Unión Europea (UE) lamentó este jueves que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, desoyera los llamados de la comunidad internacional a una nueva elección presidencial, horas antes de que asuma su segundo mandato.
«Lamentamos que, pese a todos los llamados de la comunidad internacional, incluyendo la UE, no se hayan celebrado nuevas elecciones en conformidad con las normas internacionales», dijo en rueda de prensa la vocera de la diplomacia europea, Maja Kocijancic.
Los europeos, para quienes la elección presidencial de mayo de 2018 en Venezuela no fue «ni libre ni justa», no participarán en la toma de posesión de Maduro este jueves, confirmó la portavoz. Ni la UE ni sus países enviaron representantes.
La UE, no obstante, «proseguirá su compromiso diplomático y político en apoyo de una solución política, democrática y pacífica a la crisis en Venezuela, manteniendo abiertos los canales de comunicación con todas las partes», precisó.
Los europeos se resisten así a romper relaciones con el gobierno de Maduro, como se plantean gobiernos del Grupo de Lima, que reúne a 14 países latinoamericanos, para intentar lograr una solución a la crisis en el país latinoamericano.
El presidente venezolano asume este jueves en la sede del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) un segundo período de seis años, en presencia de los presidentes de Bolivia, Cuba, El Salvador y Nicaragua y delegados de otros países aliados como China, Rusia y Turquía.
Aunque en diciembre los cancilleres europeos acordaron enviar representantes por debajo del rango de embajador, si la ceremonia no se celebraba en la Asamblea Nacional Constituyente, finalmente dieron marcha atrás.
Una fuente diplomática indicó a la AFP la incongruencia de enviar representantes, máxime cuando el bloque impuso sanciones al presidente del TSJ, Maikel Moreno, por usurpar la «autoridad» del parlamento venezolano controlado por la oposición, según la UE.
Además de la crisis política, la Venezuela de Maduro cayó en la peor crisis económica de su historia reciente, lo que forzó el éxodo de 2,3 millones de personas desde 2015, según Naciones Unidas.