Bogotá (AFP) – Algunos rostros desnudan sonrisas; otros están más serios. Pero todos comparten la condición de migrantes que huyen de la crisis en Venezuela y son honrados en tres ciudades de Colombia, que les da la bienvenida.
En calles y parques de Bogotá, Medellín y Cúcuta, el principal punto de entrada de los venezolanos a Colombia, el movimiento Derecho a no obedecer expone 200 fotografías de rostros de algunos de los miles que ahora se rebuscan la vida a kilómetros de su país, azotado por una profunda crisis económica.
«Cada uno de ellos tiene una historia diferente y lo que queremos hacer con esto es sensibilizar a la ciudadanía, de aceptar a nuestros hermanos venezolanos, de entender que tuvieron que migrar no porque quisieron sino porque tuvieron», dijo a la AFP Alejandro Daly, coordinador del proyecto «Rostros de la migración» en Bogotá.
La iniciativa se enmarca en el Día Internacional del Migrante, proclamado por las Naciones Unidas para cada 18 de diciembre.
La exposición comenzó el sábado en la ciudad fronteriza de Cúcuta, se inauguró en Medellín (noroeste) el lunes y se instaló este martes en Bogotá. Las imágenes, algunas colgadas en fachadas de edificios y otras en el piso, estarán expuestas hasta el 30 de diciembre.
El objetivo es que los transeúntes sepan «que en esta Navidad, a diferencia de muchas otras personas, (los venezolanos) están lejos de su casa», añadió Daly.
En los últimos años Colombia ha recibido a más de un millón de venezolanos, en medio de tensiones con el gobierno de Nicolás Maduro, reacio a reconocer la ola migratoria.
Desde 2015, 2,3 millones de personas abandonaran Venezuela, en la mayor ola migratoria de la historia reciente de Latinoamérica, según la ONU.
Aunque autoridades locales e internacionales han destacado el recibimiento a los migrantes en el país, en algunos puntos ha habido brotes de xenofobia.
«No estamos preparados para el flujo tan grande de gente, pero como decía mi abuelita: ‘donde comen dos, comen tres'», aseguró Rodrigo Acosta, un ingeniero industrial de 31 años que observaba la muestra en Bogotá.
A la par de que Acosta miraba las fotografías en blanco y negro, un grupo musical de venezolanos amenizaba la exposición, de la que sus rostros también hacen parte.
Se trata de Camerata Music Street, una banda que se formó en el sistema nacional de orquestas en Venezuela, pero se refundó en Bogotá cuando sus miembros empezaron a huir uno a uno de la nación petrolera.
«Verlos a todos ahí es un orgullo, porque me puedo dar cuenta (de) que son muchos los venezolanos que están dando lo mejor de sí, para salir adelante, para crecer como persona y como profesional», dice el violinista Luis Jesús Velásquez, de 24 años.
Además de resurgimientos, los retratos también evocan la travesía de miles que atravesaron caminando Colombia en busca de un mejor futuro.
José Piñero es uno de ellos. Llegó hace nueve meses a la capital tras un periplo de 27 días con su esposa y sus dos hijos desde Maracay. Ahora viven en un refugio dispuesto por la alcaldía bogotana, que ha sido blanco de ataques xenófobos.
«Cuando me lo encontré se le notaba la cara llena de esperanza», recuerda Daly, líder de una iniciativa que cuenta con el apoyo de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Migración Colombia, la fundación Plan e Inside Out Project.