Santiago (AFP) – El sacerdote irlandés John O’Reilly, quien acaba de cumplir una condena de cuatro años de libertad vigilada por abuso sexual de una menor, abandonó Chile este viernes cumpliendo una orden de expulsión que el gobierno chileno decretó en 2015.
O’Reilly, un influyente sacerdote de la orden de Los Legionarios de Cristo, fue condenado en 2014 por abuso sexual reiterado contra una menor entre 2010 y 2012, en un exclusivo colegio de su congregación en Santiago. Un año después de la condena, el Congreso chileno le quitó la nacionalidad por gracia que se le había concedido en 2008.
En agosto de 2015, el gobierno ordenó su expulsión, la cual debía hacerse efectiva una vez cumplida la pena que se le había impuesto, decisión que la Corte Suprema confirmó el año pasado tras desechar un recurso de la defensa de O’Reilly para evitar su salida de Chile.
El sacerdote cumplió la condena el lunes y prefirió dejar Chile antes del plazo de 72 horas que le otorgaba la orden de expulsión.
«Nada más que decirles que no soy pedófilo», declaró O’Reilly en el aeropuerto de Santiago al canal de noticias 24 horas.
Luego abordó un avión rumbo a Italia, donde habitará «la casa de los Legionarios de Cristo en Via Aurelia en Roma», indicó un comunicado de Los Legionarios de Cristo.
El religioso esperará en Roma las conclusiones de una investigación canónica que el Vaticano inició por el mismo caso que fue condenado en Chile. Tiene prohibido ejercer el sacerdocio mientras duren las indagaciones.
El cura de 72 años que llegó a Chile en 1984 también tiene prohibido ejercer de por vida cargos en escuelas o profesiones relacionadas con menores.
La orden de Los legionarios de Cristo ha estado en el centro de un escándalo mundial por el comportamiento de su fundador, el mexicano Marcial Maciel, fallecido en 2008, acusado de abusos sexuales a menores y quien mantuvo una doble vida con dos mujeres y varios hijos.
Más de un centenar de sacerdotes y laicos son investigados por la justicia en Chile por abusos sexuales a menores, provocando un escándalo que golpeó a la Iglesia chilena que vive los momentos más críticos de su historia.
En medio de esta polémica, el papa Francisco aceptó la renuncia de siete obispos chilenos y expulsó de la Iglesia a otros dos obispos eméritos y dos sacerdotes.