Nueva York (AFP) – Había desaparecido misteriosamente tras su arresto por corrupción hace tres años, en el marco del gigantesco escándalo FIFAGate.
Pero resulta que Rafael Salguero, de 73 años, exjefe del fútbol de Guatemala y exintegrante de los comités ejecutivos de FIFA y Concacaf, estaba en arresto domiciliario en un lugar secreto, revelando crímenes propios y ajenos al gobierno de Estados Unidos, por lo cual logró este jueves librarse de la cárcel.
Recién el martes pasado el gobierno publicó las primeras noticias de Salguero desde su arresto en diciembre de 2015.
Los documentos judiciales, en parte tachados para impedir la lectura de cietos nombres o países, revelaron que hace más de dos años, el 27 de octubre de 2016, Salguero se declaró culpable de cuatro delitos en el marco del FIFAGate: asociación criminal para delinquir, dos cargos de conspiración para cometer fraude bancario y uno de conspiración para lavar dinero.
Comenzó a colaborar con el gobierno desde el primer día, incluso antes de llamar a su abogado, según explicó este jueves a la jueza Pamela Chen su defensor, Louis Freeman.
– «Final feliz» –
Los delitos de los que era acusado tienen una pena máxima de 20 años cada uno, pero debido a su cooperación, la jueza aceptó la sentencia sugerida por el fiscal Sam Nitze: nada de cárcel, y dos años de libertad condicional.
Salguero deberá restituir hasta 288.000 dólares, en parte por los sobornos recibidos a cambio de la concesión de derechos de televisación de torneos de fútbol, tráfico de influencias y reventa ilegal de entradas para diferentes Mundiales, de los cuales ya pagó 168.000.
Tras el fallo, Salguero abrazó a uno de los fiscales del FIFAGate y se declaró aliviado por este «final feliz».
«Estoy tranquilo y feliz», dijo Salguero a la AFP, antes de dejar la corte. «Regresaré a Guatemala en el momento que pueda. Quiero estar con mi familia y dedicarme a ellos», añadió.
– ¿Tsunami? –
Durante la sentencia, había indicado a la jueza Chen que estaba «profundamente arrepentido de algunos errores cometidos». Pero atribuyó sus fallas a «un tsunami que abarcó al fútbol mundial y que venía de muchos años atrás, de finales de los ’80».
Chen no apreció su comentario.
«Un tsunami sugiere falta de control» pero usted «podría haber dicho no, podría haber hecho su trabajo de manera honesta», como muchos otros, le dijo la jueza.
«Eligió no hacerlo (…) Es una decisión moral que tomó y ahora está pagando por eso», añadió Chen.
«Este esquema (…) pudrió el corazón mismo del fútbol profesional internacional» y «ciertamente ha dejado un ojo negro al deporte en todo el mundo», opinó la jueza, que alabó no obstante su «ayuda sustancial» al gobierno.
Salguero es uno de los acusados del FIFAGate, el escándalo develado por el gobierno estadounidense que acusó a 42 personas y a empresas deportivas de 92 delitos y de aceptar más de 200 millones de dólares en sobornos.
En su declaración de culpabilidad, conocida el martes, dijo que como expresidente de la Fedefut intercedió en 2009 y 2010 ante el entonces presidente, Brayan Jiménez, para que aceptara sobornos de la empresa deportiva Media World a cambio de los derechos de televisación y marketing de partidos de la selección guatemalteca clasificatorios de la Copa del Mundo. Por esto cobró 20.000 dólares.
También contó que aceptó 100.000 dólares en sobornos para otorgar derechos para varios torneos de fútbol a Full Play, la empresa de los argentinos Mariano y Hugo Jinkis, un plan que integraron también Alfredo Hawit, presidente de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf), y Ariel Alvarado, jerarca de la misma confederación.
Y relató que en 2010, durante un vuelo en avión de México a Guatemala, intentaron sobornarlo ofreciéndole cientos de miles de dólares de «un italiano muy rico» para que como miembro ejecutivo de la FIFA votase a favor de un país (tachado en la transcripción judicial) para la Copa del Mundo de 2018.
Finalmente Salguero votó por ese país, e intentó recibir el dinero, pero nunca lo consiguió.
Reveló asimismo que revendió entradas que compró como jerarca para las Copas del Mundo de 2006, 2010 y 2014, embolsándose ilegalmente 40.000 dólares.
«Lo único que siente ahora es vergüenza», aseguró a la jueza su abogado, Louis Freeman.
«Su vergüenza es palpable no solo porque arruinó su reputación y la de su familia (…) sino lo que hizo para arruinar el nombre del fútbol en Guatemala y en el resto del mundo».