Ciudad de Panamá (AFP) – Sentado en una silla de ruedas, el indígena panameño Raúl Tugrí teje con habilidad una pequeña bolsa de hilo como la que piensa regalar al papa Francisco durante su visita a un centro para enfermos de sida.
Con sus manos gruesas y ante una mesa de plástico, Tugrí desarrolla el arte de la costura que aprendió en la Casa Hogar el Buen Samaritano, al este de la capital panameña, que será visitada por el papa durante su viaje para participar de la Jornada Mundial de la Juventud, del 22 al 27 de enero.
«El papa está viendo que somos rechazados y quiere mandar ese mensaje positivo a toda la nación panameña y al mundo entero», dice Tugrí de 31 años y abandonado por su madre a los cinco. Es uno de los 15 residentes de esta vivienda en la que conviven personas de escasos recursos con VIH.
Mientras habla, teje una chácara, como se le conoce en Panamá a la bolsa o monedero colgante hecho de lana o hilo que es utilizado principalmente por indígenas y campesinos.
Parecido a esa con los colores de la bandera panameña (azul, rojo y blanco) será la que haga para el papa. La duda está en en el mensaje.
«Tejer me hace olvidar bastante los problemas que yo tengo porque, a veces, cuando a uno le diagnostican la enfermedad se encierra en un círculo, donde ya uno se siente inútil, que ya no puede hacer más de tres cosas y que se va a morir», manifiesta Tugrí.
«Aquí necesitamos mucho cariño, mucha fuerza para seguir adelante y mucha ayuda porque muchas veces nosotros nos sentimos abandonados, discriminados y queremos esa fuerza de alguien superior para que nos muestre ese amor de Dios», añade.
– «Es de justicia» –
«El papa actual es una persona que llega mucho a la gente humilde y el hecho de que haya querido seleccionar esta institución para visitarla ha causado mucha alegría», señala a la AFP Éric Rodríguez, administrador de la fundación que lleva el nombre del hogar.
«Esto es de justicia por la discriminación que reciben estas personas de hasta sus propios familiares», afirma Rodríguez.
La Casa Hogar el Buen Samaritano pertenece a la Iglesia Católica, pero sus inquilinos son también evangélicos.
Con instalaciones para recibir a 18 personas, el lugar está dividido en un gran patio con sillones, la zona de cuartos y un jardín. Sus residentes realizan terapia ocupacional y ayudan con las tareas de limpieza y cocina.
Además, son atendidos por 25 voluntarios entre psiquiatras, geriatras, epidemiólogos, odontólogos y profesores, en las mismas instalaciones donde la hija del expresidente estadounidense George W. Bush, Jenna Bush, realizó en 2006 labores de voluntariado.
Según ONU Sida, 36,7 millones de personas vivían con VIH en 2016 en todo el mundo. En ese mismo año se produjeron 1,8 millones de nuevas infecciones y un millón de personas fallecieron por causas relacionadas con este virus.
En Panamá, la cifra se eleva a 21.000 personas con VIH.
– «Abrir los ojos» –
«Hoy en día existe mucha discriminación, la gente está muy errada. Piensa que porque te doy la mano o un besito en el cachete se pega la enfermedad», sostiene Telma Olaya, de 52 años y apasionada por el maquillaje y la peluquería.
«Hay muchos problemas en las familias por el VIH», así que «yo creo que el papa va hacer que mucha gente abra los ojos y piense», manifiesta Lineth Pérez. «Si él (el papa) se dejara dar un abrazo se lo daré», añade encantada.
Mientras tanto, Tugrí sigue pensando en el mensaje que le escribirá al pontífice en su regalo mientras sentencia:
«El cariño que no tuve de una madre, Dios me lo está recompensado en otra persona. El cariño que nunca tuve de un padre quizás el papa me lo está demostrando aquí», dice embelesado.