Buenos Aires (AFP) – Decenas de miles de argentinos se manifestaron pacíficamente este viernes contra la cumbre del G20, en una Buenos Aires semidesierta y bajo un inédito dispositivo de seguridad que limitó al mínimo el servicio de transporte público.
Con grandes pancartas con mensajes como «Fuera Trump» y «Fuera el FMI», los manifestantes recorrieron la céntrica avenida 9 de julio, cuyas calles adyacentes fueron bloqueadas con vallas metálicas custodiadas por unos 2.500 agentes y guardias de infantería.
El recorrido había sido pautado con las autoridades y terminó frente al Congreso de la Nación sin que se registraran incidentes.
«Vinimos a manifestar, a repudiar a los representantes de las potencias imperialistas y queremos hacerles saber que no son bienvenidos en nuestro país», dijo a la AFP Florencia di Llelo, quien marcha con el Partido de Trabajadores Socialistas.
«En Argentina quieren hacer pasar un ajuste terrible. Quieren mostrar una ciudad sitiada cuando el clima de represión lo está instalando el gobierno para hacer que la gente no se movilice», añadió.
Debido a la cumbre del G20, este viernes fue declarado feriado. También se suspendió el servicio de metro y de trenes que sirven principalmente a la periferia de Buenos Aires.
En la ciudad, pocos comercios abrieron, y las escuelas y universidades permanecieron cerradas.
A la cabeza del cortejo que colmó seis cuadras de la avenida 9 de Julio, la más ancha de Buenos Aires, se ubicaron líderes de organismos de defensa de los derechos humanos. La mayoría de los manifestantes acudieron organizados, principalmente por partidos de izquierda y movimientos antiglobalización.
Un puñado de turistas se mantuvieron ajenos, paseando en un día soleado por una vacía Plaza de Mayo, en el casco histórico de Buenos Aires, frente a la sede presidencial Casa Rosada. Los organizadores querían concluir allí la marcha, pero el gobierno no lo autorizó.
Varias camionetas blindadas de las fuerzas de seguridad fueron desplegadas para evitar que los manifestantes se desviaran del trayecto acordado.
– Repudio –
«Creemos que el G20 atenta contra el país. Los mandatarios dicen que cuando los trabajadores paran el país pierde plata. Ahora hay importantes gastos en la organización del G20 para que ellos circulen con libertad», criticó Matías Gómez, delegado de una cooperativa.
«Quieren guerra, no les daremos paz» decía una gran pancarta, sostenida por varias manifestantes mujeres en cuyos torsos desnudos lucían pintadas las banderas de los países participantes en la cumbre. Detrás de ellas avanzaron activistas con máscaras blancas.
Un helicóptero sobrevoló la marcha donde se entonaron cánticos contra «el imperialismo, las guerras y el hambre que mata a los pueblos».
Vecinos y manifestantes se mostraron fastidiados con el desmesurado operativo que cortó el centro de la ciudad en dos.
«Es excesivo porque el pueblo tiene derecho a manifestarse y a reclamar a sus autoridades y en este caso expresar sus quejas contra los jefes del mundo», dijo Félix Fleitas, de la agrupación ambientalista Emancipación Sur.
– Clima de hastío –
millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional, Buenos Aires se ha visto sacudida este año por múltiples manifestaciones masivas en reclamo de mejoras salariales y otras reivindicaciones.
La cumbre ha incrementado el clima social de hastío en un país en el que la población pena por llegar a fin de mes.
Carlos López, vendedor ambulante de café, vino desde el tradicional barrio de San Telmo arrastrando su carretilla con los termos llenos. «Apenas he vendido cuatro cafés. Decretaron feriado pero a mí nadie me paga el salario, si no vendo, no como», se quejó enojado.
La economía argentina está hundida en una recesión, con una proyección de contracción económica de 2,6% para 2018, un aumento del desempleo a 9,6% y de la pobreza a 27,3%.
El consumo se ha derrumbado en medio de incesantes aumentos de precios de los servicios básicos y alimentos, con una inflación que se estima rondará el 48% este año.
El clima de conflicto ha crecido en el último año cuando las centrales obreras motorizaron dos huelgas generales que tuvieron amplia adhesión para repudiar la política liberal del presidente Mauricio Macri, que aspira en 2019 renovar su mandato por otros cuatro años.