Naciones Unidas (Estados Unidos) (AFP) – Con alaridos, golpeando escritorios con puñetazos y gruesos libracos, una quincena de diplomáticos de Cuba boicotearon este martes una sesión convocada por Estados Unidos para exponer la situación de unos 130 presos políticos en la isla.
«¡Cuba sí, bloqueo no!», gritaron durante una hora los ruidosos diplomáticos en la sesión del Consejo Económico y Social de la ONU (Ecosoc) titulada «¿Presos por qué?», impidiendo que la representante estadounidense ante el Ecosoc, Kelley Currie, y el jefe de la OEA, Luis Almagro, pudiesen ser escuchados.
Guardias de seguridad de la ONU pidieron a un par de diplomáticos que usaban un grueso libro y una especie de martillo de madera para hacer más ruido que se detuvieran, pero no los retiraron físicamente del evento.
– Diplomáticos barullentos –
«Nunca en mi vida había visto a diplomáticos comportarse como la delegación cubana se comportó hoy», dijo luego Kelley Currie en una breve conferencia de prensa.
«Se así se comportan los diplomáticos cubanos pueden imaginarse cómo se comporta el gobierno», añadió.
La alta diplomática estadounidense también acusó a La Habana de «socavar la paz y la seguridad en América Latina», de tener un «rol desestabilizador» en Nicaragua y Venezuela y de «perseguir» a opositores internos. «La gente (en Cuba) es encarcelada por decir lo que piensa», aseguró.
Currie explicó que los diplomáticos cubanos estaban en la sala para una reunión previa y luego se negaron a irse.
«Las alternativas eran remover físicamente a los diplomáticos, lo cual no iba a suceder, o proceder. Así que proseguimos», afirmó.
– «Pelea cubana contra los demonios» –
Los panelistas del evento leyeron sus discursos en medio de los gritos de los diplomáticos que protestaban. Fue imposible entender lo que decían, aunque luego Almagro tuiteó un video de la totalidad de su discurso bajo la leyenda «La historia no absolverá crímenes de lesa humanidad».
El evento fue «una comedia política edificada sobre falsos argumentos y con actores de reparto de oscuro historial al servicio de una potencia extranjera», dijo al finalizar la reunión la embajadora cubana ante la ONU, Anayansi Rodríguez Camejo.
La Cancillería cubana aseguró en un comunicado publicado en su sitio web que el evento tuvo como objetivo «la fabricación de pretextos para mantener e intensificar el bloqueo».
«El gobierno de los Estados Unidos no tiene autoridad moral alguna para criticar a Cuba», afirmó, y denunció que Estados Unidos quiere utilizar la ONU «como su coto privado».
Fue «una pelea cubana contra los demonios, y una victoria también», estimó por su lado en su cuenta Twitter el director general para Estados Unidos de la Cancillería cubana, Carlos Fernández de Cossio. «Show contra #Cuba fracasa, sufre escuálida participación y enfrenta contundente rechazo. Manipulación #ONU salió por la culata».
La Comisión Cubana de Derechos Humanos Y Reconciliación Nacional (CCDHRN), una organización disidente pero tolerada en Cuba, difundió en junio una lista de 120 presos «por razones políticas» en la isla.
El gobierno de Cuba niega de manera rotunda la existencia de presos políticos en su país y señala que las personas en prisión han sido condenadas por delitos comunes.
Cuba había protestado airadamente contra este evento en la sede de la ONU, y pidió su anulación al secretario general Antonio Guterres.
Pero las reglas sobre la celebración de este tipo de sesiones en la ONU son vagas, y solo especifican que no pueden tener fines comerciales y ser «consistentes con los objetivos y principios de las Naciones Unidas».
El evento tuvo lugar dos semanas antes de la votación anual de condena al embargo impuesto a Cuba por Estados Unidos, prevista para el 31 de octubre y tradicionalmente aprobada por enorme mayoría.
El año pasado, fue aprobada por 191 votos contra dos, los de Estados Unidos e Israel.
En 2016, por primera vez, Estados Unidos se abstuvo de votar la resolución en un contexto de acercamiento bilateral del gobierno de Barack Obama hacia la isla tras más de medio siglo de enemistad entre Washington y La Habana.
Pero tras la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump y las denuncias de «ataques acústicos» contra una veintena de diplomáticos estadounidenses y sus familias en La Habana, las relaciones entre los dos países son tensas y las respectivas embajadas funcionan al mínimo