Santiago (AFP) – En los años treinta del siglo pasado, el gobierno de Chile de entonces quiso vender la Isla de Pascua, ubicada en medio del Pacífico, a varios países, entre ellos Estados Unidos, Japón, Reino Unido y la Alemania de Adolf Hitler, según el historiador español Mario Amorós.
Tras adquirir 36 aviones a la Alemania nazi y 29 a la Italia fascista de Benito Mussolini, el gobierno chileno de Arturo Alessandri (1932-1938) y la Armada «ofrecieron la venta de Rapa Nui (el nombre con que llaman los aborígenes a Isla de Pascua) al menos a Estados Unidos, Japón, Reino Unido y la Alemania nazi» para poder construir dos cruceros que completaran el arsenal militar, desvela Amorós en el libro «Rapa Nui, Una herida en el océano», presentado el jueves en Santiago.
Ya en 1930, el agregado naval de Estados Unidos en Chile informó a la Oficina de Inteligencia Naval del Departamento de Marina de su país de la propuesta del gobierno chileno de venderle la isla -que Santiago se anexionó en 1888-, supuestamente por un millón de dólares, aunque en ningún momento «se habla de cantidades», dice el autor.
Siete años después, las autoridades chilenas volvieron a ofrecérsela a Estados Unidos pero también a Japón, Reino Unido y Alemania. Sin resultados.
No obstante, «el gobierno británico y el estadounidense sí estimaron en 1937 y en 1938 que era conveniente que ni Japón, ni Alemania, ni tampoco Italia se hicieran con la isla», señala el libro, que agrega que en 1939, el gobierno del Frente Popular chileno –que siguió al de Alessandri- de nuevo «ofreció a la embajada de Estados Unidos la cesión de Rapa Nui a cambio de que le proporcionara medios navales para proteger las vías marítimas que unían el Atlántico sur con el Pacífico sur».
Se trataron de «conversaciones secretas» de cargos navales medios chilenos con los representantes de estos países en Santiago que «no prosperaron», dice el autor a la AFP en conversación telefónica.
Habitada hoy por cerca de 8.000 personas -gran parte de ellos de origen polinésico- la Isla de Pascua está ubicada a unos 3.700 km del continente chileno, en medio del Pacífico. Cada año es visitada por unos 100.000 turistas.
– Conflicto político –
«Seguramente, el gobierno de la época pensó y con razón que si eso se conocía podía generar conflicto político en el país, discusión pública respecto al tema», señala Amorós.
El autor agrega que si bien se conocían las conversaciones con Estados Unidos, Japón y Reino Unido «nadie había podido señalar que hubo conversaciones para venderla a la Alemania nazi», hasta que el profesor húngaro Ferenc Fischer, especialista en las Fuerzas Armadas chilenas, habló de ello en 2011 en una conferencia.
A pesar de que en los archivos de los países tanteados por el gobierno chileno de la época hay pruebas de estas propuestas, en los de Chile, en cambio, no se ha encontrado nada.
Sin embargo, Amorós señala que lo más importante de su libro no son unas «negociaciones que no prosperaron», sino que el pueblo rapa nui entre 1888 –la fecha de la incorporación al Estado de Chile- y 1966 –cuando por ley se reconoce a los ‘rapanui’ como ciudadanos chilenos y se reglamentó la administración de la isla-, «vivió en un régimen inhumano de confinamiento, trabajos forzados, torturas y castigos físicos».
– Reparación –
Las incursiones esclavistas, sobre todo peruanas (1862-63), las epidemias de viruela y tuberculosis y la emigración hacia la Polinesia francesa diezmaron la población de esta isla, conocida por sus moái (o gigantescas esculturas talladas en piedra volcánica), hasta dejarla en 1877 con solo 111 habitantes de población autóctona, frente a casi los 4.000 de quince años antes.
Pero hasta 1966 la situación no sería mucho mejor para la población autóctona. Las vejaciones y el confinamiento de la población por la ‘Compañía Explotadora’ que por siete décadas alquiló la isla -de 163,6 km2- para criar ovejas -llegaron a haber 41.412 animales- y el control por la Armada desde 1917 aplastó a los autóctonos.
Las autoridades de la isla han presentado una denuncia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos para pedir la devolución de sus tierras ancestrales, así como el control de la isla y redefinir la relación con el Estado de Chile.
La semana pasada, el presidente Sebastián Piñera anunció un proyecto de ley para denominar este paradisíaco territorio como Rapa Nui-Isla de Pascua.
Desde el 1 de agosto, además, los chilenos del continente y los extranjeros solo pueden permanecer un máximo de 30 días para preservar su sostenibilidad, amenazada por la sobrepoblación y la basura. También se reclama la devolución a la isla de un moái que está en el Museo Británico de Londres.