Washington (AFP) – El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, descartó el lunes renunciar antes de terminar su mandato en 2021, como reclaman sus opositores en multitudinarias protestas que dejan casi 300 muertos desde hace más de tres meses.
«Nuestro período electoral finaliza con las elecciones de 2021, cuando tendremos nuestras próximas elecciones», dijo el mandatario en entrevista con la cadena estadounidense Fox News, en la que rechazó la celebración de comicios anticipados.
«Adelantar las elecciones crearía inestabilidad, inseguridad y empeoraría las cosas», dijo Ortega, según la traducción al español de la versión en inglés de sus declaraciones al programa «Special Report with Bret Baier».
El mandatario de 72 años, que ha gobernado Nicaragua durante un total de 22 años desde que la revolución sandinista que lideró provocó en 1979 la caída del dictador Anastasio Somoza, señaló que los violentos disturbios iniciados en abril ya terminaron.
«Ha pasado una semana desde el fin de los disturbios. Las cosas se están volviendo más normales en el país», dijo el exguerrillero, aunque reconoció que las manifestaciones pacíficas a favor y en contra de su gobierno continúan.
La afirmación de Ortega del fin de la turbulencia en Nicaragua alude a las manifestaciones antigubernamentales de principios de mes, violentamente reprimidas por la policía y grupos paramilitares afines al presidente.
El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) dijo este lunes que al menos 292 personas han muerto en las protestas que estallaron el 18 de abril contra una reforma de la seguridad social propuesta por el gobierno, pero que derivaron en un amplio movimiento que exige la salida del poder de Ortega y de su esposa y vicepresidente, Rosario Murillo.
– «Ni un muerto en una iglesia» –
Ortega rechazó las acusaciones de que controla a los paramilitares progubernamentales que han sido vistos actuando en acuerdo con la policía.
En cambio, acusó a grupos políticos nicaragüenses de encabezar milicias antigubernamentales, financiadas por narcotraficantes y agencias de Estados Unidos. Según Ortega, esas milicias mataron a «decenas» de policías durante los disturbios.
«Ninguna de las manifestaciones pacíficas» ha sido atacada, aseguró el mandatario.
Ortega negó además las denuncias de manifestantes y sacerdotes católicos de que fuerzas oficiales mataron a tiros a dos jóvenes encerrados en una iglesia de Managua que sufrió un asedio sostenido los días 13 y 14 de julio.
«Ningún nicaragüense ha muerto en ninguna iglesia. Ni un solo nicaragüense ha muerto en ninguna iglesia. Eso es falso», insistió Ortega.
También dijo que es erróneo afirmar que los sacerdotes están siendo atacados.
«No hay un solo sacerdote al que persigamos», subrayó Ortega, y agregó que agradecía los esfuerzos de la Iglesia Católica para mediar en las conversaciones entre su gobierno y los grupos opositores.
– «Mentiras terribles» –
Ortega también desestimó las afirmaciones de sus detractores de que busca establecer una «dinastía» familiar, al incluir a su esposa en la fórmula presidencial.
«Nunca se me ocurrió instaurar una dinastía», dijo. «Mi esposa es la primera vez que ha sido vicepresidente».
«No estamos apegados al poder», aseguró.
Ortega dijo que decidió hablar con Fox News después de años de rechazar entrevistas con medios extranjeros, porque quiere que Estados Unidos le muestre «respeto» a Nicaragua.
«La historia de nuestras relaciones con Estados Unidos ha sido dolorosa. No quiero repetirla», dijo, fustigando una resolución crítica de la situación en Nicaragua que preparan legisladores estadounidenses.
También denostó lo que consideró «una campaña de mentiras, mentiras terribles para tratar de dañar la imagen de Nicaragua y de su gobierno».
Ortega gobierna Nicaragua desde 2007 por tercer período consecutivo, luego de detentar el poder entre 1979 y 1990 tras liderar la insurrección popular que derrocó al dictador Somoza.
La crisis política ha impactado en la economía de Nicaragua, uno de los países más pobres de América: la calificadora Standard and Poor’s (S&P) anunció este lunes que degradó la nota de la deuda soberana del país, de B+ a B, con perspectiva negativa.