Brasilia (AFP) – El destino de los niños brasileños separados en la frontera de Estados Unidos y la crisis en Venezuela fueron los principales temas abordados por el presidente brasileño Michel Temer y el vicepresidente estadounidense Mike Pence, en reunión este martes en Brasilia.
«Señalé que nuestro gobierno está listo para colaborar con el transporte de los menores brasileños de vuelta a Brasil, si ese es el deseo de sus familias. Las autoridades de ambos países continuarán en contacto sobre ese tema», dijo Temer durante una declaración conjunta a la prensa.
Según fuentes presidenciales la propuesta fue bien recibida.
Cerca de 50 niños brasileños están en albergues en Estados Unidos, tras ser separados de sus padres en la frontera. En total, bajo la implementación de la política de «tolerancia cero» destinada a contener la inmigración, más de 2.000 niños -en su mayoría centroamericanos- fueron separados de sus padres y permanecen al cuidado del Departamento de Salud y Servicios Humanos en varios albergues.
«Se trata de una cuestión extremadamente sensible para la sociedad y el gobierno brasileño. Pedí (a Pence) su especial atención para asegurar la rápida reunión de las familias», señaló Temer, que agradeció la «disposición» del vicepresidente estadounidense para «trabajar juntos en busca de una solución».
Pence dijo que están «trabajando en la seguridad de la frontera y para reunir a las familias, incluyendo las familias brasileñas».
Agregó que «Estados Unidos es el país que más recibe inmigrantes en el mundo», y dijo que su gobierno mantiene un «compromiso para abordar las causas» que provocan la violencia y criminalidad en América Central alentando la migración.
Pence y la secretaria de Seguridad Interior de Estados Unidos, Kirstjen Nielsen, se reunirán el jueves en Ciudad de Guatemala, con los presidentes Guatemala y Honduras y el vicepresidente de El Salvador para discutir la crisis migratoria.
Pence, que viaja por tercera vez a Sudamérica, realiza la primera visita estadounidense de alto nivel a Brasil desde la de su antecesor, Joe Biden, en 2014, durante la Copa del Mundo.
– Aislar a Maduro –
La crisis venezolana fue otro tema en la agenda de Temer y Pence.
El vicepresidente estadounidense instó a Brasil a apoyar «acciones más fuertes» para aislar al gobierno de Nicolás Maduro y evitar que «el pueblo venezolano siga sufriendo».
Destacó el apoyo de Brasil a las sanciones económicas contra Caracas y saludó la decisión de la Unión Europea de sancionar a la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez.
«Estados Unidos permanecerá junto a la buena gente de Venezuela», con la ayuda de Brasil, calificando a la nación caribeña de estado «fallido».
Temer, en tanto, dijo que ambos países «convergen en el deseo de una plena restauración democrática en Venezuela».
Tras el encuentro, el canciller Aloysio Nunes señaló, según la Agencia Brasil, que el gobierno brasileño «está en contra de cualquier iniciativa unilateral en materia de sanciones». «Para nosotros, el tema Venezuela debe manejarse en la OEA», afirmó.
Pence viaja el martes a Manaos, norte de Brasil, para visitar un refugio de venezolanos. Miles de ellos han llegado en los últimos años a la capital del estado Amazonas, a casi 1.000 km de la frontera con Venezuela.
Más de 32.000 venezolanos han pedido refugio en Brasil y otros miles residencia temporal en los últimos tres años, con los números en aumento a medida que se intensifica la crisis social, económica y política en el país vecino.
Pence anunció la entrega de otros 10 millones de dólares para la acogida migratoria en Brasil, adicionales a los más de 10 millones ya aportados.
En Manaos, Pence sobrevolará la selva amazónica antes de proseguir su gira en Quito.
Otro asunto al que refirió Temer, y que ha generado diferencias entre Brasil y Estados Unidos, es la imposición por parte de Washington de aranceles y cuotas a las importaciones de aluminio y acero.
El mandatario instó «a seguir trabajando para eliminar barreras al comercio».
Desde el 1 de junio, las exportaciones brasileñas a Estados Unidos de aluminio son gravadas con un arancel de 10% y las de acero están sujetas a cuotas, algo que Brasil calificó de «injustificado» y reclama soluciones.