Brasilia (AFP) – Vestidos con coloridos trajes tradicionales y pancartas, unos 2.000 indígenas de varias etnias marcharon este jueves por el corazón de Brasilia para reclamar la demarcación de sus tierras ancestrales, y en protesta contra la violencia histórica sufrida por sus pueblos.
La marcha salió desde el Campamento Tierra Libre, donde unos 3.500 representantes de un centenar de pueblos originarios brasileños, según el balance de los organizadores, participan en una semana de movilizaciones para luchar por sus derechos.
Desde allí, los manifestantes marcharon hasta la icónica Explanada de los Ministerios, llegando a cortar el tráfico de la capital.
Durante el recorrido, los activistas pintaron de rojo uno de los carriles para llamar la atención sobre la violencia que sufren sus comunidades. Una vez frente al ministerio de Justicia, desplegaron una enorme bandera roja en la que se leía «Basta de genocidio indígena – demarcación ya!».
«Este rastro de ‘sangre’ es una señal que dejamos aquí en la Explanada y representa toda la violencia impuesta por el Estado a los pueblos originarios de este país en la morosidad de la demarcación de nuestras tierras, entre otros ataques», denunció el cacique Marcos Xukuru, llegado del estado de Pernambuco (noreste).
«Diversos asesinatos han ocurrido en todo el país, además de un cruel proceso de criminalización de los líderes», añadió.
Las protestas se dan en un contexto político considerado hostil por los líderes indígenas, quienes acusan al gobierno conservador del presidente Michel Temer de negarse a demarcar los territorios para devolverlos a sus dueños originales, y de favorecer a los ruralistas (empresarios agrarios), representados por una poderosa bancada en el Congreso.
Hasta el momento, las movilizaciones en torno al 15º Campamento Tierra Libre, que se cerrará el viernes, han sido más tranquilas que las del año pasado, cuando cientos de indígenas chocaron con la policía tras intentar ingresar al Congreso llevando réplicas de ataúdes en homenaje a sus compañeros muertos por los conflictos con los ruralistas.
En ese entonces, la policía reprimió la invasión lanzando bombas de gas, en una escena que mezcló estelas de humo blanco con flechas y féretros falsos flotando en los estanques que anteceden al ingreso del parlamento.