Santiago (AFP) – El vertiginoso segundo mandato de Michelle Bachelet llegará a su fin el domingo con la entrega, por segunda vez, de la banda presidencial a Sebastián Piñera, un magnate conservador que recibirá la economía en pleno crecimiento.
Bachelet legará a su sucesor una batería de reformas -algunas inconclusas o en pleno trámite de aprobación- con las que intentó borrar los cimientos instalados por la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y dotar a Chile de una mayor red de protección social.
«Siento que me voy por la puerta ancha y grande, porque más allá de que hay cosas que hubiéramos querido hacer más rápido o mejor, me siento orgullosa de lo que hemos hecho», lanzó la socialista el martes en una de sus últimas entrevistas en televisión.
Primera mujer en asumir la presidencia de Chile, en 2006, deja su segundo gobierno con una popularidad en torno al 30%, muy lejos del aquel 80% con el que se fue en su primera administración, en medio de opiniones divididas sobre el alcance de sus reformas.
«Las prisas por introducir algunas reformas sin contar con los consensos políticos necesarios dañaron su proyecto», estimó Carlos Malamud, analista del Instituto Elcano de Madrid.
– Piñera: el reto de gobernar sin mayorías –
Piñera, un empresario multimillonario, volverá a tomar el poder tras un primer gobierno, entre 2010 y 2014, con un Congreso dividido -con la irrupción de la izquierda radical- y la presión de movimientos sociales dispuestos a profundizar las reformas que Bachelet dejó inconclusas.
El presidente «tiene trabado el Congreso. Creo que va a haber mucha discusión, pero lo que intentará hacer es mostrar resultados desde la gestión. Más política pública que agenda legislativa», advirtió a la AFP Lucía Dammert, analista de la Universidad de Santiago.
Si la socialista lidió con la promesa de otorgar gratuidad en la educación superior, Piñera deberá administrar una ley educativa que ya aseguró estudios gratuitos para 300.000 estudiantes, muy lejos de ser universal.
«Piñera debe asumir que tiene que cerrar la reforma de la educación superior y lo que haga puede ser muy beneficioso para él si logra encontrar el punto, o puede ser verdaderamente explosivo si la opinión pública percibe que el gobierno provoca una regresión», señaló por su parte el analista político Marcelo Mella, a la AFP.
– Conflicto Mapuche y más reformas sociales –
El sur de Chile mantiene un foco de tensión constante tras las reivindicaciones de tierras por parte de grupos indígenas mapuche. El discurso de Piñera hace pensar que incrementará la presión pues cree que detrás de la serie de ataques se encuentran grupos terroristas.
«Hay terrorismo en (la región de) La Araucanía», lanzó Piñera sin dejar margen a dudas en una reciente entrevista con Univisión, donde aseguró que impulsará una nueva ley para combatir con eficacia los atentados incendiarios en el sur de Chile y cuyos autores, la justicia todavía no ha podido sentar en el banquillo.
En frente, los líderes mapuches prometen llevar al Estado chileno a instancias internacionales por supuestas violaciones de sus derechos y persecución política.
En lo social, Piñera deberá abordar la agenda inconclusa de derechos civiles y de género que puso en marcha Bachelet.
Esta semana la presidenta trató de dar un empujón más y dejar amarrado el proyecto de ley de identidad de género, aprovechando el entusiasmo provocado en el país por el Óscar que obtuvo la película chilena «Una mujer fantástica», protagonizada por la actriz transgénero Daniela Vega.
Pero será el gobierno de Piñera el que tendrá la misión de transformar en ley este proyecto que establece el derecho a rectificar el nombre y el sexo en el registro civil.
Asimismo, el presidente definirá si acelera o congela la tramitación de la ley de matrimonio igualitario, impulsada por la socialista.
Otro frente del gobierno y del nuevo Congreso será acordar una ley de migración que ponga reglas claras para regular la oleada migratoria que vive el país.
– El ojo puesto en la economía –
El conservador llegará por segunda vez a la Moneda con un mensaje que priorizó la economía. Chile, el alumno aplicado de las políticas neoliberales en la región, creció menos del 2% durante el gobierno de Bachelet.
Los mercados respondieron con optimismo a las propuestas de Piñera y las expectativas por su victoria llevaron a máximos históricos a la Bolsa de Santiago.
Las Cámaras empresariales aguardan con optimismo el inicio del gobierno que prometió incentivos a la inversión, reformar el sistema de pensiones y apostar fuerte a la creación de empleos.
Medidas que se tomarán sobre un cielo despejado gracias a la subida de los precios del cobre -motor de la economía local- y un Producto Interior Bruto (PIB) que en enero se expandió 3,9%.