Santa Monica (Estados Unidos) (AFP) – Una flor en San Valentín, el mensaje es amor… pero también política: «vota por amor» en las próximas elecciones, piden los «dreamers» con la mirada puesta en la aún nada segura legalización de su situación migratoria.
Los «dreamers» (soñadores) son los indocumentados cuyos padres los trajeron de niños a Estados Unidos y que están en un limbo jurídico desde que el presidente Donald Trump -que llegó al poder con un discurso contra los inmigrantes- eliminó el DACA, el programa que les permite trabajar, estudiar y tener una libreta de conducir.
«Vota por amor, no por odio», se lee en una pancarta en forma de corazón que una veintena de jóvenes llevaba en una calle comercial de la costera ciudad de Santa Mónica, vecina de Los Ángeles.
Aprovechando el día del amor en Estados Unidos, este miércoles 14 de febrero, los muchachos -la mayoría de ellos «soñadores»- entregaron rosas a los transeúntes para pedir que los tomen en cuenta a la hora de votar, y para que presionen a sus representantes en el Congreso para que aprueben una ley que les permita vivir legalmente en Estados Unidos, el único país que conocen.
En las elecciones de noviembre se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes y 34 de los 100 escaños del Senado, además de 39 gobernaciones.
Diana -no da su apellido- participa de la campaña. Camina con las flores que entrega acompañadas de un folleto que dice: «querido votante, llama al Congreso y diles que los inmigrantes son el alma y corazón de Estados Unidos».
«Estamos pidiendo en el día de san Valentín a los votantes de Estados Unidos que en las primarias de junio y en las elecciones de noviembre voten por amor, que voten y nos tengan en sus corazones, a las familias indocumentadas», dijo a la AFP esta muchacha mexicana, que desde niña está en Estados Unidos.
– «No somos fichas de apuesta» –
El Congreso está bajo presión para hallar una solución que evite la deportación de estos jóvenes -la mayoría latinos- que han crecido en Estados Unidos, pero republicanos y demócratas no logran ponerse de acuerdo.
«Estoy decepcionado», dice frustrado Hassan. «Tiene todo sentido que nos den estatus legal, un camino a la ciudadanía para que podamos ser parte de esto, que conozco desde que tengo 10 años».
«Crecimos aquí, amamos el país, esto es lo único que conocemos, es nuestro hogar», dijo por su lado Nashla Lagos, una hondureña de 26 años que llegó al país con 11 y que quiere estudiar medicina.
Trump insiste en que toda solución debe contemplar un muro con México y mano dura contra los inmigrantes ilegales, pero Diana zanja seria: «No somos fichas de apuesta».
«La ley que propone el presidente está llena de veneno, no es algo que nosotros podamos negociar. Necesitamos legislación justa para nuestras familias, que no criminalicen a nuestros padres».
Dos jueces bloquearon la orden de Trump de poner fin al programa DACA, un decreto ejecutivo aprobado por el expresidente Barack Obama en 2012.
Más de 17.000 jóvenes perdieron la protección del DACA desde el 5 de septiembre, según la organización de defensa de los inmigrantes Make the Road New York.
El programa vence completamente el 5 de marzo.
Annie McGuire recibe la flor con una sonrisa amplia. Asegura que ya ha llamado y enviados textos a sus representantes para presionar por un Dream Act, la ley del DACA. «Los inmigrantes hacen nuestro país grandioso, nuestros padres fueron inmigrantes, de eso se trata este país».