ANAHEIM, California — Según nuevas guías de práctica clínica que redefinen la presión arterial alta y ofrecen tácticas para que los médicos la detecten, la traten e incluso la prevengan, casi la mitad de adultos estadounidenses podría desarrollar problemas serios de salud por tener la peligrosa condición.
Conforme a las pautas emitidas el lunes por la American Heart Association, ahora se determinará que las personas con mediciones de 130 para el número de arriba u 80 para el número de abajo, tendrán presión arterial alta. La presión arterial alta se definía como 140/90.
El cambio significa que 46 % de adultos estadounidenses tendrán presión arterial alta, a comparación con 32 % como indicaba la definición anterior. Una medición de menos de 120/80 aún será considerada normal, pero las lecturas por encima de esa, hasta 129, serán “elevadas”.
Los autores dicen que las nuevas guías se han diseñado para ayudar a las personas a tomar pasos para controlar la presión. La presión arterial alta, también llamada hipertensión, es un factor principal de enfermedad cardiovascular y ataque cerebral – las dos principales causas de muertes a nivel mundial.
“Sí, se clasificará a más personas como hipertensas y se les dará más medicamento, pero vamos a salvar vidas y a ahorrarnos dinero al no tener más ataques cerebrales, eventos cardiovasculares y fallos renales”, dijo Kenneth Jamerson, M.D., Ph.D., un profesor de medicina interna y especialista del Sistema de Salud de la Universidad de Michigan. Es uno de los 21 peritos que integraron el comité de redacción de las guías.
“Si uno va a invertir dinero en el sistema de salud, es para el beneficio de todos si la tratamos y la prevenimos, con una estrategia de tratamiento temprana”.
Aun así, las guías – cuyo desarrollo tomó aproximadamente tres años y se fundamentó en cientos de estudios y ensayos clínicos – no sugiere que habrá un aumento extraordinario en el número de personas que necesitarán tomar medicamentos antihipertensivos.
Según Paul Whelton, M.D., quien presidió sobre el comité de redacción de las guías, del 14 % adicional de adultos que se diagnosticarán con presión arterial alta aproximadamente uno de cinco tendrá que tomar medicamento.
Considerando de que la población general de adultos ahora tendrá hipertensión, la guía solamente predice que un pequeño porcentaje adicional necesitará que se le recete medicamento para controlar la condición, a comparación con las recomendaciones emitidas en 2003.
En su lugar, las guías, que se publicaron en Hypertension, la revista científica de la American Heart Association, recalcan que para ayudar a sus pacientes, los médicos deben empeñarse en crear un marco más amplio de cambios de hábitos de salud.
“Necesitamos hacer conciencia de que sí, usted tiene un riesgo más alto y estas son las cosas que usted debe de estar haciendo”, dijo Whelton, quien tiene la cátredra patrocinada de salud pública mundial en la Universidad de Tulane. “No estoy diciendo que es fácil cambiar nuestros hábitos, pero eso debe ser lo principal”.
Las recomendaciones para una dieta cardiosaludable incluyen reducir el consumo de sal e incorporar alimentos ricos en potasio, como lo son los bananos, las papas, los aguacates y las verduras de hojas verde oscuro. Las pautas también ofrecen sugerencias específicas para perder peso, dejar de fumar cigarrillos, reducir el consumo del alcohol e incrementar la frecuencia de ejercicio.
El foco de las guías – las más abarcadoras de los últimos 14 años – es asegurarse que, para empezar, el personal en los consultorios y los pacientes entiendan cómo correctamente medir y diagnosticar la presión arterial alta.
La hipertensión ocurre cuando la fuerza que ejerce la sangre sobre los vasos sanguíneos es demasiado fuerte. Esta presión adicional causa que el corazón y los vasos sanguíneos trabajen más de la cuenta y de manera menos efectiva. Con el tiempo, la presión ejercida daña el tejido arterial, que puede dañar más el corazón y el sistema circulatorio.
La hipertensión, llamada con frecuencia “el asesino silencioso” porque por lo general no se manifiestan síntomas evidentes, , es la causa de casi todas las muertes por enfermedad del corazón y por ataque cerebral que casi todas las otras causas prevenibles. Es la segunda después de fumar.
Robert M. Carey, M.D., el vicepresidente del comité de redacción de las guías, dijo que espera que las sugerencias sobre cómo tratar a personas de tercera edad generen controversia. Se recomienda que las personas mayores de 65 años sean tratadas con la misma meta de 130/80, como lo son los pacientes de menos edad.
Una guía emitida este año del Colegio Americano de Médicos y la Academia Americana de Médicos de Familia sugiere que para los pacientes de más de 60 años, el estándar sea de menos de 150/90.
Pero Carey, un profesor de medicina y decano emérito de la facultad de medicina de la Univerisdad de Virgina, dijo que varios estudios intensivos desde 2015 muestran que tratar a los adultos mayores con el objetivo que tengan una presión más baja, tiene sus beneficios.
“Uno tiene que intensificar el tratamiento de manera más lenta y controlar los efectos secundarios”, dijo. “Pero es cierto que trae cuenta tratar pacientes mayores ambulatorios”.
Las guías dicen que pueden salvar vidas: “La terapia para bajar la presión arterial es una de las pocas intervenciones que se ha demostrado reducen el riesgo de mortalidad en individuos mayores y frágiles”.
Según las nuevas clasificaciones, los hombres y mujeres entre 65 y 74 años verán aumentar las tasas de presión arterial alta por 13 % y 12 %, respectivamente.
Hay otros grupos que serán afectados por las nuevas mediciones:
- La tasa de presión arterial alta casi se triplicará en hombres de 20 a 44 años – de 11 % a 30 %. La tasa en mujeres en ese rango de edad casi se duplicará, de 10 % a 19 %.
- La mayoría de hombres entre 55 a 74 años podrían ser diagnosticados con presión arterial alta.
- Los hombres de raza negra y los hombres hispanos y latinos verán un alza de 17 %. Los hombres asiáticos de 16 %.
- Las nuevas clasificaciones y recomendaciones especifican cómo determinar quién corre el riesgo y que se debería de hacer, dijo Jamerson.
Los médicos deben usar “una calculadora de riesgo” para determinar el riesgo de enfermedad del corazón en los próximos 10 años. Eso, en conjunto con otras sugerencias, pueden impulsar más conversaciones completas entre los doctores y pacientes para determinar si solamente cambios en hábitos pueden ayudar, o si se necesita también un medicamento.
“Estas nuevas guías dan a los pacientes una voz porque les da la oportunidad de preguntarle a los proveedores de servicios de salud, ‘¿cuál es el riesgo’?’” apuntó Jamerson. “Los consumidores deben recibir una explicación. Los médicos deben calcular el riesgo conforme piensan cómo tratarlo”.