Managua (AFP) – Nicaragua firmó este lunes el Acuerdo de París sobre cambio climático, al que inicialmente se había negado a adherir, por considerar que es «el único instrumento» internacional que ofrece las condiciones para enfrentar el calentamiento global y sus efectos.
La firma, dada a conocer por la vicepresidenta Rosario Murillo, deja a Estados Unidos y Siria como los únicos países al margen del pacto adoptado en 2015 en la capital francesa.
«Declaramos que el Gobierno de la República de Nicaragua (…) se adhiere a él (Acuerdo de París) y se compromete a cumplir fielmente sus disposiciones», anunció el gobierno en un comunicado leído por Murillo.
Nicaragua concretó su incorporación al acuerdo, que rige en el marco de la convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, el pasado 20 de octubre en Managua, dijo Murillo.
Hace dos años Nicaragua se abstuvo de firmar el pacto por considerarlo insuficiente para reducir los efectos del calentamiento global.
Sin embargo, revirtió su posición porque «a pesar de no ser el acuerdo ideal, es el único Instrumento que permite en la actualidad» unir esfuerzos para reducir los efectos del cambio climático, señala la nota.
– Istmo vulnerable –
Asimismo, indica que «la gran mayoría de los Estados tanto desarrollados como en vías de desarrollo hemos asumido los compromisos de unir y multiplicar esfuerzos frente al incremento de los desastres naturales con elevados costos, en la pérdida de vidas y cada vez mayores daños materiales».
En efecto, la adhesión se produce semanas después de que el paso de la tormenta tropical Nate volvió a poner en evidencia la vulnerabilidad de Nicaragua y los otros países centroamericanos a los efectos del cambio climático.
La tormenta, que bordeó el Caribe centroamericano, descargó grandes cantidades de lluvias que desbordaron ríos, provocaron inundaciones y deslaves que arrasaron casas y destrozaron carreteras y puentes.
Nate dejó al menos 32 muertos en el istmo, 15 de ellos en Nicaragua, el más golpeado por el paso de la tormenta.
Un informe del centro universitario de investigación Estado de la Nación, de Costa Rica, destacó que Centroamérica es una de las zonas del mundo más vulnerable a los efectos del cambio climático, pese a que aporta solo 0,5% de las emisiones de gases de invernadero.
El calentamiento, según el estudio, «profundiza las amenazas y vulnerabilidades históricas de Centroamérica, generadas por factores como la degradación ambiental, la ausencia de ordenamiento territorial, la exposición y riesgo de desastres para las poblaciones, la ineficiencia energética y la dependencia de combustibles fósiles, el mal manejo del agua y las debilidades institucionales para la gestión ambiental».
– Adaptación al cambio –
El Acuerdo de París, suscrito en diciembre de 2015, establece medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero para evitar un mayor incremento de la temperatura del planeta.
La integración de Nicaragua al acuerdo de París fue celebrada este lunes por la organización ambientalista Centro Humboldt.
El director de la organización, Victor Campos, dijo a la AFP que Nicaragua debe definir cómo podrá contribuir con el acuerdo, para lo cual propone elaborar un plan nacional con sobre cambio climático.
«Nosotros le hemos pedido al gobierno, en una carta dirigida al presidente Daniel Ortega, que emita una ley y que se elabore un plan nacional de adaptación al cambio climático», recomendó Campos.
Por su parte Dennis Meléndez, secretario ejecutivo de la Mesa Nacional de Gestión de Riesgo, que agrupa a 12 organizaciones y centros académicos, destacó la urgencia de la adhesión de Nicaragua por la vulnerabilidad del istmo al cambio climático.
«La variabilidad climática afecta muy severamente al país y a la región, los fenómenos que deberían ser normales nos complican a nuestros países. Hay una presencia de fenómenos como depresiones, tormentas, huracanes que viene a afectar más seriamente a la región», declaró Meléndez.
Consideró que «en la medida que Nicaragua se comprometa a conservar sus bosques, si logramos frenar la destrucción de 72.000 a 75.000 hectáreas de bosques cada año, jugará un papel importante en la creación de sumideros de gases».