Denver (CO), 13 abr (EFE).- La dinámica política establecida por el Gobierno de Donald Trump en materia migratoria ha venido a agravar la escasez de mano de obra en una industria clave como el de la construcción, según dirigentes nacionales del sector.
El problema no es nuevo, pues hace ya dos décadas, en 1998, un reporte de la Asociación Nacional de Constructores de Viviendas (NAHB) señalaba a la «falta de disponibilidad de trabajadores» como el tema más crítico de aquel año para la industria de la construcción, debido a las «restricciones al crecimiento y aumento de costos» causados por esa situación.
No obstante, ahora, debido a los vaivenes políticos, los cambios demográficos e incluso el impacto de la más reciente recesión económica, el problema se ha acentuado, porque los jóvenes que antes seguían la ocupación de sus padres ya no lo hacen, los operarios despedidos durante la recesión no regresaron a la construcción y los inmigrantes antes disponibles ya no lo están.
Además, la construcción creció un 81 % a nivel nacional durante los últimos dos años, según la Encuesta de Vacantes Laborales publicada en febrero pasado por el Buró de Estadísticas Laborales (BLS); lo que significa, según la misma fuente, que en todo el país faltan 225.000 trabajadores para llenar todos los puestos de construcción ahora disponibles.
Y con el desempleo entre los trabajadores de la construcción del país de sólo el 4,5 %, el más bajo desde 1969 y el mismo índice que provocó la crisis en 1998, según NAHB, no solamente no se vislumbran soluciones inmediatas, sino que la situación empeoraría durante la próxima década, según proyecciones de BLS, cuando muchos de los actuales trabajadores se jubilen.
Ya en la actualidad, la mayoría (56 %) de las empresas de construcción carecen de trabajadores necesarios, según BLS, y el problema se profundiza entre los subcontratistas, donde la falta de trabajadores afecta al 78 % de las compañías.
Según indicó a Efe Elizabeth Thompson, directora de relaciones con los medios de NAHB, se necesita una «reforma inmigratoria comprehensiva que, a la vez que ofrezca seguridad, ayude a que los constructores de viviendas cuenten con los trabajadores necesarios».
«La industria de la construcción de viviendas, con la contribución de una sustancial fuerza laboral inmigrante, desempeña una función crítica para la economía nacional y para satisfacer la demanda nacional de viviendas», puntualizó la portavoz en su respuesta.
Una reciente encuesta de NAHB, reveló que la carencia de operarios afecta a todos los niveles del sector de la construcción residencial, incluyendo la falta de carpinteros, instaladores de marcos, fontaneros, personal de mantenimiento, obreros no calificados y especialistas en climatización de viviendas.
Esa situación «impide la construcción de viviendas y la recuperación económica», sostuvo Thompson.
Datos provistos por NAHB revelan que unos 2,3 millones de inmigrantes trabajan en la construcción, junto con unos 7,7 millones de personas no inmigrantes.
Así, mientras que el número de trabajadores inmigrantes creció hasta 2015 (año más reciente con datos completos), el de trabajadores no inmigrantes desciende año tras año desde 2007.
Según un cuestionario hecho por NAHB con datos de 2013, el 83 % de los inmigrantes que trabajan en construcción provienen de América Latina, principalmente de México.
Por eso, a la vez que NAHB se opone a la inmigración de indocumentados y que pide la protección de las fronteras estadounidenses, también pide la creación de «un programa eficiente para trabajadores temporales extranjeros que permita reclutar a trabajadores inmigrantes legales cuando no existe suficiente mano de obra local disponible».
Chad Koford, de Provo, Utah, se dedica a la construcción desde hace 31 años y ha construido «desde casas y escuelas hasta grandes bodegas».
Para el constructor, la espera de alguna solución significa «pagar mucho más para atraer y retener a los trabajadores, hasta un 25 % más que hace ocho años».
«No nos queda otra opción. El trabajo tiene que hacerse y el costo extra se lo pasamos al consumidor», explicó indicando que esos salarios seguirán aumentando hasta que lleguen a un nivel «que motive a los jóvenes a dedicarse nuevamente a esta ocupación».
«Pero no es sólo la falta de jóvenes. No encontramos trabajadores especializados en ninguna de las especializaciones que buscamos», comentó.
La llegada de inmigrantes podría aliviar la situación, pero, como toda reforma inmigratoria (completa o parcial) sólo puede ser aprobada por el Congreso, la NAHB trabaja junto con otras organizaciones nacionales de industrias que también enfrentan escasez de trabajadores.
«Todas las organizaciones colaboramos, sea construcción, tecnología, cámaras de comercio o agricultura», indicó a Efe vía telefónica Kristi Boswell, directora de relaciones con el Congreso de la Federación Estadounidense de Burós de Granjas (AFBF).
«Todos trabajamos en conjunto porque todos necesitamos una reforma del sistema inmigratorio que funcione para nosotros y para el bien de la economía. Todos nos esforzamos para llegar a esa meta», agregó.
La reforma es necesaria, explicó la dirigente, porque el actual sistema de contratación de trabajadores extranjeros no sólo es lento (tres agencias federales y varias agencias estatales y locales intervienen en el proceso), sino también costoso tanto para los empleadores como para los inmigrantes.
Por eso, dijo, las organizaciones nacionales confían en que el Congreso apruebe algún tipo de visa que requiera la aprobación de una sola agencia federal, que ofrezca flexibilidad en la contratación y que dure hasta tres años.
En el caso específico de NAHB, el pedido es que se apruebe un plan que permita crear un sistema para que la población de trabajadores ahora indocumentados pueda legalizar su situación, facilitándose así su contratación.
Para NAHB, la prioridad es «estabilizar la fuerza laboral», pero sin contribuir a la creación de «una fuerza laboral subterránea», sin tener que pagar salarios exorbitantes y sin tener que recortar costos o calidad de material.
Además de la reforma migratoria, otras soluciones propuestas incluyen la creación de nuevos programas vocacionales y de pasantías específicas para estudiantes universitarios para que quienes lo deseen puedan dedicarse a la construcción sin abandonar sus estudios superiores.
Sea cual fuere la solución, se deberá implementar rápidamente porque la industria sigue creciendo, como lo demuestra el hecho que el índice de confianza en el mercado de construcción de nuevas viviendas unifamiliares llega ahora a 71 puntos, el más alto desde junio de 2005, según información provista por NHAB.
Sin alguna solución, «los estados que tradicionalmente dependen de mano de obra extranjera tendrán dificultades para llenar las vacantes en trabajos de construcción», advirtió Thompson.