Greenbelt (Maryland).- El año 2024 ha sido identificado como el más caliente desde que se comenzaron los registros en 1880, según un análisis reciente de la NASA. Este año, las temperaturas globales superaron los récords anteriores, siendo 2,30 grados Fahrenheit (1,28 grados Celsius) más altas que el promedio del siglo XX. 

Este incremento no solo rompe el récord establecido el año anterior, sino que también destaca una tendencia alarmante en el aumento de la temperatura global.

Bill Nelson, administrador de la NASA, expresó su preocupación al respecto.

«La repetición de récords de temperatura y los incendios forestales en California nos obligan a prestar más atención a los cambios drásticos en nuestro planeta». 

Este fenómeno climático no solo rompe récords, sino que además pone en perspectiva los retos a los que se enfrenta la humanidad en términos de adaptación y mitigación del cambio climático.

Esta visualización de datos, que se actualiza mensualmente, muestra las anomalías mensuales de la temperatura global en la superficie de la Tierra y cómo esas temperaturas se desvían del promedio entre 1951 y 1980. Descargue esta visualización del Estudio de visualización científica de NASA Goddard: https://svs.gsfc.nasa.gov/5190.
Crédito: Estudio de visualización científica de la NASA

La gravedad de la situación se amplía con el análisis del Instituto Goddard de Estudios Espaciales (GISS) de la NASA, que proyecta que las temperaturas en 2024 fueron aproximadamente 2,65 grados Fahrenheit (1,47 grados Celsius) más altas que los promedios de mediados del siglo XIX. 

Gavin Schmidt, director del GISS, señaló que «estamos a medio camino de replicar las condiciones del Plioceno, cuando los niveles del mar eran considerablemente más altos que hoy». 

Estas condiciones podrían tener efectos devastadores en la biodiversidad y en los patrones meteorológicos actuales.

El incremento en las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono y el metano, ha sido un factor determinante en este calentamiento. Datos recientes indican que la concentración de CO2 ha pasado de 278 partes por millón en el siglo XVIII a aproximadamente 420 partes por millón actualmente. 

Este aumento está directamente vinculado con la quema de combustibles fósiles y la deforestación, entre otros factores antropogénicos.

Esta visualización muestra las temperaturas superficiales globales mensuales desde 1880 hasta mayo de 2024. Los últimos 12 meses (de junio de 2023 a mayo de 2024) alcanzaron máximos históricos para cada mes respectivo. Descargue esta visualización del Estudio de visualización científica de NASA Goddard: https://svs.gsfc.nasa.gov/5311
Estudio de visualización científica de la NASA

La NASA, junto con otras agencias como la NOAA, monitorea estas transformaciones mediante observaciones satelitales y modelos avanzados. 

Estos esfuerzos se complementan con estudios independientes que corroboran la tendencia del calentamiento global, subrayando la importancia de estrategias internacionales como el Acuerdo de París, que busca limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados Celsius a largo plazo.

La variabilidad climática natural, influenciada por fenómenos como El Niño, también ha jugado un papel en las temperaturas extremas recientes. Sin embargo, la tendencia de calentamiento excede las explicaciones por variabilidad natural, apuntando a un cambio climático inducido por el hombre que requiere una acción urgente y coordinada.

Además de romper récords de temperatura, los efectos asociados, como olas de calor extremo, lluvias intensas y riesgos de inundaciones, están teniendo un impacto directo en la vida de millones. 

Las comunidades costeras y las economías dependientes de la agricultura son particularmente vulnerables a estos cambios, lo que requiere una adaptación proactiva y políticas enfocadas en la sostenibilidad.

El desafío es monumental, pero la necesidad de actuar nunca ha sido más clara. Los datos y análisis proporcionados por agencias como la NASA no solo ilustran la magnitud del problema, sino que también ofrecen una base científica para las políticas de mitigación y adaptación que podrían ayudar a salvaguardar nuestro futuro colectivo.